Dromedarios

Dromedario en Jardín (recreación)
No debemos confundir dromedarios y camellos.
Se distinguen fácilmente por el número de jorobas, y aunque a todos se les conoce como “camellos”, en Aranjuez abundaron solamente los primeros.

Llegaron aquí con Felipe II, el cual ordenó emplazarlos en los alrededores de Palacio.

Los “camellos” al contrario de otros animales, se adaptaban bien al clima de Aranjuez y a sus condiciones naturales, reproduciéndose con notable éxito.

Para resguardarles del frio, se construyó una caballeriza en Alpajés.

En 1583 solamente había 10 ejemplares, y a finales del siglo siguiente (apenas 100 años después) la "camellada" alcanzó 200.

1720, Casas de Oficios y Palacio (Houasse)

La mayoría de ellos (no domesticados) pastaban libres por las praderas del Sitio.

Pero no solamente fueron un real capricho. Se trataba de animales fuertes, fáciles de alimentar (comían, bebían poco) y que una vez domados eran capaces de llevar cargas pesadas. Demostraron ser capaces de transportar 500 kilos de carga, y recorrer con ella casi 50 Km en una jornada.

Jardín de la Isla

Además, al carecer de herraduras, sus pezuñas almohadilladas no destrozaban los parterres, no dejaban huellas, por lo que eran muy útiles para el trabajo en los jardines.

Mar de Ontígola (Brambilla)

Otros, eran usados para la diversión y entretenimiento de reyes o cortesanos a mediados del XVIII.

En época de Felipe V luchaban contra perros, o les precipitaban al Mar de Ontígola desde los cerros cercanos, para ser abatidos a tiros junto a otros animales.

Fernando VI y Bárbara de Braganza

Con la llegada de Fernando VI y Bárbara de Braganza todo esto cambió. Se abandonaron las fiestas con maltrato de animales y se apostó por otro tipo de diversiones.

Pero había un problema. En Aranjuez, los camellos morían con facilidad. A mediados del XVIII desaparecieron casi por completo (1742) a causa posiblemente de la mortal sarna.

Felipe V, Fernando VI y Carlos III

Felipe V, quiso adquirir nuevos ejemplares de Orán para restablecer la "camellada", pero fueron intentos fallidos.

Además, se temía que de nuevo los camellos fueran pasto de una nueva epidemia mortal. Los principales riesgos eran la sarna y la picadura de insectos (tábanos y demás…).

Fernando VI (1751) volvió a pedir más camellos a Orán. Con 10 machos y 20 hembras se intentaba repetir la cría y retomar el asunto. Pero la enfermedad continuaba haciendo estragos entre los animales y apenas un año después solo quedaban 8 ejemplares.

Carlos III, que realizó varios intentos más, abandonó la idea definitivamente en los últimos años de su reinado, y…

Fernando VII

Hubo que esperar a la llegada del absolutista Fernando VII para que los camellos volviesen a Aranjuez. Esta vez como antaño, para exaltación de su Real Majestad.

Como curiosidad cabe decir que, la carne de estos dromedarios llegó a venderse en las pastelerías de Ocaña.

En Aranjuez hubo Casa de Camellos (C/ del Rey, 1762), una Calle de los Camellos (hoy Joaquín Rodrigo) y camelleras en el Jardín del Príncipe (desde 1901).

En el 1928 un califa marroquí regaló 4 ejemplares al rey Alfonso XIII. Vinieron junto a unos domadores que se hospedaron en una pensión llamada “La Murciana” (en la Carrera de Andalucía, junto a la Iglesia de San Antonio). Tenían la misión de enseñar el manejo de los animales a los empleados de Patrimonio, ya que solo atendían instrucciones dadas en el lenguaje aprendido en Marruecos. 

A lo largo de la historia, la "camellada" de Aranjuez fue considerada como un símbolo de poder y prestigio.

Se sabe que estos animales tuvieron presencia en nuestra ciudad hasta el año 1935.


Fuentes e Imágenes:

Goya: Carlos III, Fernando VII
Carlos Gómez-Centurión Jiménez: “Alhajas para soberanos”
Felipe V (Miguel Jacinto Meléndez)
Fernando VI (anónimo, Museo del Prado)

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