Palacio de Baviera
El Palacio de Baviera, también conocido como
“de Silvela", ocupa una parcela de 2650 m2 frente al Palacio
Real, y su arquitecto fue José Segundo de Lema.
Originalmente se levantó como un pequeño castillo medieval, construido enteramente de ladrillo de Valladolid, piedra caliza de Colmenar, y teja de pizarra en cubierta y buhardillas.

Contaba con un jardín de pequeñas dimensiones, dos estanques y una selección de especies botánicas.
El edificio principal consta de planta rectangular, dos alturas, con semisótano y cubierta abuhardillada.
Las obras fueron muy lentas, tanto fue así, que pasados 10 años estaban sin acabar (se terminó en 1889), además la Revolución Gloriosa interrumpió los trabajos por un tiempo. De manera que el príncipe de Baviera nunca pudo utilizarlo como residencia.
Con la desamortización (1869), la "quinta de Baviera" quedó en manos de la Administración de Propiedades, y con la proclamación de Amadeo I de Saboya fue devuelta al Real Patrimonio.
Este palacete se suma a los conocidos (mayormente desaparecidos) de Bayo, Salamanca, Gándara, Tamarit, Narváez, Deleite, Oñate, etc. Podemos decir que se trata de la última residencia de cierta importancia construida en Aranjuez, y en su momento muy valorada, quizás por su cercanía a palacio.
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Francisco Silvela |
En torno a 1902, lo ocupó su
habitante más ilustre y destacado, el académico Francisco Silvela, a la sazón, jefe del partido
conservador, presidente
del Consejo de Ministros durante la regencia de María Cristina de
Habsburgo, ministro de Gobernación, de Gracia y Justicia, de Estado y de Marina durante el reinado de Alfonso XIII.
Durante la Guerra Civil, es ocupado por las checas. En ese período, desaparece
una importante biblioteca y pinacoteca, así como objetos y muebles de gran
valor.
Terminada la guerra, se convierte en la residencia del General de los Regimientos de Almansa y Pavía.
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