Otros animales -2-

Podemos decir que, desde la Edad Media, existió  interés por los animales extraños.

El intercambio de obsequios entre soberanos era frecuente desde la antigüedad y, en ese sentido, los animales exóticos fueron muy apreciados.

Siempre fue propio de reyes hacer gala de grandeza. Para ello tenían en sus palacios plantas y animales propios de otros países, a cuál más extraño. Un rey era más rey, si tenía cosas como estas.

En su momento, la flota de barcos que iban y venían a las colonias no paraba de traer animales exóticos.

REAL YEGUADA – TOROS

Sin olvidar la Real Yeguada, animales favoritos del rey que merece un capítulo aparte, hay que recordar otra ganadería numerosa que habitaba en el Real Sitio: las reses bravas.

Pza. de Aranjuez, 1784. Combate entre toro y tigre (G.Doré)

Pastaban en las dehesas. Los "Jarameños" fueron toros muy famosos, los mejores.

Sin embargo, a Carlos III no le gustaban los toros y trató de extinguirlos capando novillos y matando vacas.

BÚFALOS

Además de vacas y cabras, otra de las ganaderías exclusivas que la corona tenía en Aranjuez era la de búfalos asiáticos.

1775, Domingo de Aguirre

Fueron traídos de Flandes por Felipe III (1600), estableciendo una primera lechería en Alpajés antes de llevarla a Villamejor.

De ellos se obtenían lácteos para la famosa mozzarella, a la vez que eran usados como bestias de tiro.

Con Fernando VI, la cabaña de búfalos era de 70 cabezas, pero su leche sólo era empleada en la “fabricación de manteca y quesos para regalo de su real majestad”.

VACAS SUIZAS

Las mejores razas de vacas lecheras, existieron de muy antiguo en Aranjuez. Según Quindós las primeras llegaron al Real Sitio con Felipe II, asegurando el abastecimiento de grandes cantidades de manteca fresca a las cocinas reales.


Pero la leche de vaca no era la única consumida por la familia real. La de cabra era muy sabrosa y se le atribuían cualidades medicinales.

Por ello, Isabel de Farnesio muy aficionada a leche y requesones tuvo el primer rebaño de estos animales en Aranjuez, donde era común su presencia.

Carlos III, también era muy amante de mozzarella, queso y requesón. Por ello, a pesar que al llegar a España encontró vacas suficientes que aseguraban el consumo de lácteos para la Real Familia, decidió crear en Aranjuez una nueva vaquería semejante a la de Caserta, pero con vacas suizas.

1773, Aranjuez. Casa de Vacas (Domingo de Aguirre)

Las reses (20 vacas y 2 toros) llegaron al puerto de Barcelona (1764) después de un viaje agotador. El barco en que viajaban aquel duro invierno, con fuertes temporales de nieve además fue perseguido y cañoneado por unos corsarios.

Con Carlos IV, la Casa de Vacas contaba a principios de 1790 con 330 cabezas de ganado y daba empleo a 25 trabajadores fijos en la lechería y 17 en las praderas. Las reses suizas eran 100, y no había parangón en ningún lugar de la península.

Al estallar la Guerra de la Independencia, la Casa de Vacas sufrió recortes importantes, y al igual que sucedió en todos los Reales Sitios, el heredamiento cayó en un caos.

Por desgracia, a principios del s. XX, fue destruida por un incendio.

AVES

Conforme las peleas de fieras iban cayendo en desuso, las aves ocuparon un lugar más importante en la mayoría de colecciones con animales exóticos. Resultaba ser más barato de adquirir y mantener.

Su momento cumbre fue en el s. XVIII. Eran los huéspedes más numerosos de palacio.

Desde comienzos del XVI, las aves que llegaban de Sudamérica, África y Asia de la mano de españoles y portugueses, llamaban la atención de todos los coleccionistas.

En Aranjuez, además de avestruces, había tórtolas, canarios de cuatro alas y más de 400 pavos blancos.

Todos vivían en libertad de árbol en árbol, por todo el bosque.
Sin embargo, los pavos que Felipe II tenía en Aranjuez, a menudo terminaban su vida en una cazuela.

Cerca de Sotomayor había un cebadero de aves dedicado a engordarlas con leche de cabra antes de llegar a la mesa del soberano.

La correcta, rica y variada alimentación en perros de caza, con dos sopas diarias de pan y carne, igual que la de aves, con semillas, almendras finas, bizcocho, fruta fresca de temporada, lechuga, huevos duros, agua, azúcar y unas hebras de azafrán…era mejor que la de muchas personas de entonces.

Sin embargo, los errores dietéticos más graves se cometían con los loros. Sus dueños les daban golosinas, una onza de chocolate diario (venenoso para su hígado) y para merendar sopas de pan con vino para que estuvieran más alegres y parlanchines.

Los pájaros favoritos de Carlos IV eran los canarios. Sin embargo, en el Palacio de Aranjuez tenía consigo dos loros, que le acompañaron en el momento de su abdicación y en el exilio de Bayona.

FAISANES

Los faisanes fueron muy apreciados en Europa desde la antigüedad. Procedían de Asia, y eran un privilegio reservado a reyes y gente de poder.

La repoblación de faisanes en los Reales Sitios resultaba muy costosa. Aun así, la Casa de Borbón dedicó un derroche de atención y recursos a lo largo del XVIII, pero lo cierto es que la faisanera de Aranjuez fue un fracaso con Felipe V y Fernando VI.

PERROS

Los perros convivían frecuentemente en las habitaciones de palacio. Un ejemplo es Carlos III, que llegó a tener más de 50 perros de cámara. Sentía debilidad por ellos.

PECES Y CISNES

En todos los Jardines Reales se construyeron estanques durante la segunda mitad del s. XVI, y en Aranjuez se levantó además la presa del Mar de Ontígola. Allí existía un vivero para la cría de peces.

Real Biblioteca de P.N. (Bru)
Las especies que se criaban con frecuencia en dichos estanques, eran aquellos que mejor se adaptaban a vivir en lagunas y aguas pantanosas (tenca, carpa), pero también se criaban otros peces de río como barbos o truchas.

Pescar peces en los estanques siempre fue un motivo de diversión para los miembros de la familia real.

Felipe V e Isabel de Farnesio son los culpables de que volviesen a existir cisnes en España. Fueron unos reyes que demostraron un gran interés por las aves acuáticas.

OTROS ANIMALES EXTRAÑOS

El caso de la foca monje fue singular. Era uno de los animales más insólitos que llegó a vivir en un estanque real.

Había sido capturada en la Costa de Valencia por unos pescadores y el destino quiso que fuese enviada hasta Aranjuez, en un cajón lleno de agua.

Finalmente, no pudo ser instalada en un depósito del Convento de San Pascual, como era intención.

FINAL

En las visitas que realizamos actualmente a los palacios reales, vemos suelos limpios, brillantes y encerados.

Cuesta mucho imaginar que hace siglos estaban sucios, con restos de comida y excrementos de los animales que habitaban aquellos salones.

Carlos III comiendo ante su corte (Paret)

Eran decenas de animales muy bien cuidados, mimados, malcriados, que campaban a sus anchas en palacio conviviendo con sus señores.

Catalina Micaela con tití, Sofonisba
Los actuales antropólogos reconocen que los animales de compañía han existido siempre. Ya de antiguo, aristócratas y cortesanos sentían los beneficios psíquicos y emocionales que les reportaban sus animales de compañía.

En la corte española, cada uno de los príncipes tenía desde pequeño sus propias mascotas (perritos, titíes, ardillas, canarios, papagayos, etc), y un pajarero de cámara a su cargo...



Fuentes e Imágenes:
Juan Bautista Brú
Carlos III comiendo en su corte (L. Paret, Prado)
Catalina Micaela con tití (Sofonisba)
Combate de toro y tigre (G.Dore, 1874)
Casa de Vacas (Domingo de Aguirre)
Carlos Gómez-Centurión Jiménez, "Alhajas para soberanos”
Pilar Lacasta, conferencia “Animales exóticos en el Real Bosque de Aranjuez”

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