Félix Angosto y la Calle del Capitán
En
1898, Félix Angosto Gómez Castrillón nació en la Calle del Capitán, en casa de sus abuelos. Su
padre era teniente coronel del Estado Mayor.
Cuando Félix apenas tenía 15
años, ingresó como cadete en la Academia de Infantería de Toledo. Finalmente
acabó destinado en Gerona.
Al
poco tiempo, fue trasladado al norte de África, donde se vio involucrado en
el conflicto sangriento entre España y las tribus del Rif.
Fue
ascendido a capitán por sus méritos de guerra en 1924 y pidió
voluntariamente ser destinado a la Legión, donde estuvo a las órdenes
del teniente coronel Francisco Franco.
Tuvo
intervenciones destacadas, como la referida en este informe oficial:
“(…)
formó parte de una columna compuesta de tres compañías del Tercio y una
del Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Alhucemas, que había recibido la
orden de ocupar el desfiladero del río Lau y asaltar Yebel Cobba.
Parte
de estas fuerzas, tras reñido combate dificultado por lo accidentado y pendiente
del terreno, consiguieron establecerse sobre el mencionado monte y
ocupar diferentes puestos formados con piedras, que, al ser atacados con
vigor y persistencia por el enemigo, obligaron a pedir refuerzos,
especialmente de granadas de mano. El jefe de la columna envió una sección
de Regulares y una compañía del Tercio, formada por una sección de
ametralladoras y otra de morteros, ambas a las órdenes del capitán Angosto,
cuyas fuerzas se destinaron a reforzar parte de los puestos y a establecerse en
otros adecuados para la defensa, quedando a retaguardia las ametralladoras para
emplearlas según las necesidades.
Hallándose
en la situación indicada, el enemigo, amparado por la niebla y espesa
maleza, dio un asalto que fue rechazado merced a los refuerzos llevados de
retaguardia, que le obligaron a retirarse, pero atacó con tal ímpetu que hizo
retroceder a las fuerzas del flanco derecho. Envalentonado por este éxito
momentáneo, atacó tan violentamente el resto de los puestos, que se
hizo preciso abandonarlos.
Visto por el capitán Angosto lo crítico de la situación y que el enemigo se dirigía a ocupar las posiciones abandonadas, enérgicamente contuvo a los que retrocedían, y él solo se dirigió a uno de los puestos en que aquél se estaba estableciendo, atacándolo con fuego de fusil y animando a secundarle a cuantos estaban a su inmediación, que, por efecto de esta enérgica actitud, reaccionaron y recuperaron sus posiciones, evitando que con su pérdida el enemigo hubiera batido con suma facilidad a toda la columna y que la operación de este día hubiera fracasado.
Las
bajas
de las fuerzas del Tercio habidas en el combate fueron dieciséis muertos
y cuarenta y seis heridos, y del grupo formado por un alférez y diez
legionarios que siguieron inmediatamente al capitán Angosto en el
momento que se establecía contacto con el enemigo, fueron muertos tres y
heridos cuatro, entre ellos el oficial (…)".
El mismo año de 1924, debido a los méritos descritos, fue solicitada para él la Cruz Laureada de San Fernando. Pero nunca llegó a verla prendida en su uniforme, ya que el 2 de septiembre siguiente encontraría la muerte de un impacto de bala en la cabeza.
Posteriormente le fue entregada a título póstumo
por Real Orden de 28 de febrero de 1927.
Los restos del capitán ribereño descansan en el cementerio de Santa Catalina en Ceuta.
Igualmente, en 1924, el pleno del Ayuntamiento de Aranjuez aprobó dedicarle una calle a su nombre “Capitán Félix Angosto Gómez Castrillón” (héroe de África), y colocar una placa en la fachada de la casa en que nació.
Esta misma calle era conocida anteriormente como “Calle del Capitán", debido a que la primera vivienda que hubo allí fue ocupada por otro capitán, de nombre Gabriel Méndez.
La Cruz Laureada de San
Fernando (llamada así por Fernando III de Castilla) fue
creada en 1811 en las Cortes de Cádiz y reconocida por Fernando VII en
1815. Está considerada como la recompensa militar más exigente del
mundo y, es el mayor reconocimiento militar que puede otorgarse en España para “honrar
el reconocido valor heroico y el muy distinguido, como virtudes que, con
abnegación, inducen a acometer acciones excepcionales o extraordinarias,
individuales o colectivas, siempre en servicio y beneficio de España”.
Desde su creación, el número de personas que han merecido tal distinción es inferior a 400.
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Centro Cultural Isabel de Farnesio |
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Fuentes e Imágenes que no son propias:
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