Tener "cara de Aranjuez"
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Las Parejas Reales (Luis Paret) |
Existe la costumbre de
hablar siempre de las bondades de Aranjuez y un pasado glorioso. Sin embargo,
no hay que olvidar la parte oscura, triste y desagradable.
Debemos saber que las Jornadas Reales se celebraban en primavera. Con las lluvias el río venía caudaloso, incluso se desbordaba. Sin embargo, cuando desaparecían se secaba y traía consigo todo tipo de enfermedades y muerte (principalmente verano y otoño). En ese momento los reyes se desplazaban a otro lugar.
Enfermedades transmitidas a
menudo por la picadura de mosquitos o la contaminación de las aguas, como
el cólera, la malaria (paludismo), etc. llegaban a
causar terror entre la población. La salud se resentía
hasta tal punto que en el peor de los casos podía ocasionar la muerte del
enfermo.
Dentro de ese contexto, podemos asegurar que la idea fraguada de un lujoso Aranjuez en continua fiesta, con la Flota del Tajo, Farinelli, el baile de las parejas, etc. es falso. Esto ocurría solo en primavera. El resto del año se quedaba vacío. La gente tenía miedo a morir y huía a otros lugares hasta la siguiente primavera.
Viajeros de todo tipo que vinieron por aquí dejaron escrita su opinión sobre este asunto.
“Para cuando llegan los violentos calores del
verano, el aire de este lugar está
cargado de exhalaciones del valle pantanoso, y se vuelve
tan nocivo, que incluso los habitantes se ven obligados a retirarse a las
tierras altas vecinas”.
“La corte se queda en Aranjuez desde finales de
enero hasta el último día de junio. A partir de ese momento, las fiebres se apoderan de esta estancia,
que es muy mala en verano”.
“Aquí estamos en los deliciosos jardines de
Aranjuez, en los que la primavera es una delicia,
mientras que en verano constituyen un lugar mortal, por el aire nauseabundo de
los ríos estancados y de los canales que riegan los
magníficos árboles de estos lares, los cuales de hecho perecerían, ya que
durante meses no cae ni una gota de lluvia”.
“Durante las grandes aguas, el Tajo viene a jugar alrededor de este palacio de las hadas y amenaza con prevalecer, y cada vez que se retira con una especie de respeto, no es sin dejar atrás la semilla de estas tristes fiebres que, desde el mes de julio, hacen de Aranjuez un desierto”.
“(…) las inclemencias del aire son tan grandes en
Aranjuez por los calores del verano,
que no queda nadie allí durante
esta temporada”.
José Viera y Clavijo (1774): “(…) no era éste aquel Aranjuez de mayo y de las parejas,
sino el de las tercianas y moscas”.
Luis Cabrera de Córdoba: “(…) la primavera era el
tiempo más a propósito de todo el año, porque entrando el
mes de mayo no se puede estar allí por los calores y ser enfermo aquel sitio,
con la mucha humedad de los ríos y estanques que le cercan”.
Marquesa de Villars (1679): “(…) de todos modos,
hay que decir la verdad: ese jardín para España, es agradable por la cantidad
de fuentes y de árboles que allí hay, pero esa morada
es mortal en verano”.
Duque de Saint-Simon (1722): “(…) un calor que causa fiebres muy peligrosas y
que, a los que las superan, hacen permanecer durante siete u ocho meses en una
languidez que es ciertamente una enfermedad”.
Giuseppe Baretti (1760): “(…) es una pena que en los meses más calurosos
del año el aire no sea demasiado saludable. Los que estamos en esta temporada quedamos sujetos a las fiebres tercianas y cuartanas”.
Barón de Bourgoing: “(…) abundan los enfermos, en esta estancia de Aranjuez. Mientras
la temperatura sea moderada, todo encanta los sentidos. Saboreamos la felicidad
de la existencia. Pero cuando la ola de calor
aparece, cuando el aire caliente que envuelve el valle se
satura de las exhalaciones de un río fangoso y lento en su curso, y el sol
elimina los vapores nitrosos de las colinas entre las que fluye el Tajo, entonces
este valle de Tempe se convierte en una estancia perniciosa, capaz de enriquecer
el Aqueronte en un día”.
Saint-Simon: “(…) no obstante en verano nadie permanece en él, ni siquiera la
población del pueblo, que va a otra parte y cierra sus casas
en cuanto el calor comienza a apretar en este valle”.
Wilhelm Humboldt: “(…) en pleno verano el aire se hace tan insano que todo
habitante que permanece allí después del primero de julio coge sin excepción
fiebres tercianas”.
Sebastian Blaze: “Aranjuez sería un verdadero
paraíso si uno respirara un aire saludable. A veces compras demasiado caro el
placer de vivir esta encantadora estadía. Las fiebres
son tan comunes y peligrosas en verano y otoño, que los habitantes se dan la
bienvenida cuando se encuentran en el mes de diciembre “Todavía tenemos un año
de vida”.
John Smith (1811): “(…) la población
supera los 10.000, pero en los meses de julio y agosto el pueblo está desierto,
pues el curso del río es entonces tan lánguido por la sequía, que casi se
estanca, y los efluvios nocivos que brotan de las pútridas malezas de su lecho
medio agotado, si se exponen a sus efectos, propagarían en gran medida tanto la
enfermedad como la muerte. Es por lo que Ocaña,
en una eminencia a dos leguas del valle, recibe
entonces a sus habitantes”.
Debemos aclarar que determinadas
personas estaban condenadas a vivir en Aranjuez. No podían huir de
este lugar insalubre a partir del verano. A veces, la condición social no lo permitía y
otras les obligaba a permanecer su empleo
(como los altos mandos y encargados de la administración).
Barón de Bourgoing: “(…)así que nos alejamos de esta especie de desierto donde solo
aquellos que están apegados a ella permanecen ya sea por su profesión o por su
pobreza”.
Más recientemente, vuelve a recordarlo Luisa Utanda:
“Ha sido Aranjuez uno de los
lugares más insalubres de la provincia de Madrid.
La belleza de sus jardines, la hermosura de sus anchas plazas, la frondosidad
de su vegetación, han tenido como doloroso contraste una historia amarga de
epidemias y terribles enfermedades endémicas. El exceso de humedad por la
proximidad del río y por la evaporación natural de su vega han contribuido a
sostener una enfermería abrumadora, de
reumatismos, artritismos, y lesiones cardiovasculares y pulmonares
derivadas de estos procesos... Constituye uno de los
focos palúdicos más importantes y las epidemias de cólera, gripe, dengue,
viruela y fiebre tifoidea, han sido frecuentes”
Una vez visto lo anterior, es fácil comprender que en Europa desde el siglo XVIII y
hasta principios del XX, se hiciera popular un dicho que
se refería al mal aspecto que presentaban las personas enfermas de cualquier
país: “ese tiene cara de Aranjuez” …
“Las Parejas Reales”, Museo del Prado (Luis Paret)
Luisa Utanda Moreno “Geografía Médica de Aranjuez (1940)”
https://museodelferrocarril.org
https://lamalaria.com
Magdalena Merlos Romero: “Aranjuez: domeñar la naturaleza para encontrar la salud”
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