Los "Perragorderos"

10 céntimos ("perra gorda")

A partir de 1870 se acuñó en España la moneda de 10 céntimos de peseta. Era de tan mala calidad que, con el uso, el león grabado en su reverso llegaba a confundirse con un perro. De ahí lo de “perra gorda”.

Posteriormente, a partir de 1941, fue sustituida por otras monedas del mismo valor, pero en aluminio. A pesar de cambiar los anagramas, el pueblo siguió llamándola igual.

Por entonces, España estaba en una situación económica ruinosa, había precariedad y hambre. Apenas podían cubrirse las necesidades básicas.

El poco valor de la “perra gorda” daba pie a usarla habitualmente por gente humilde. Con ella hacían compras de poca importancia. Para adquisiciones algo superiores surge la venta “al fiado”.

Este tipo de venta se normalizó en los años 40.

Se llevaba a cabo en los comercios, donde era normal hacer la compra y luego decir: “apúntamelo”. Y también de puerta en puerta, visitando las viviendas.

En unos casos se obtenían “cacharros de cocina” (sartenes, cacerolas, pucheros, etc.). Solían transportarse dentro de un barreño de zinc, que también se vendía. En otros se trataba de todo tipo de telas (sábanas, cortinas, bragas, calzoncillos, manteles etc.).

En esos años coexistieron 3 o 4 vendedores de este tipo en Aranjuez. Eran conocidos como “perragorderos”. Uno de ellos era Manuel, “el Malagueño”.

Solían vender al menudeo y comprar al por mayor. Lo normal es que hicieran el negocio con las mujeres de la casa. No existían los contratos, pero el cobrador pasaba con la frecuencia pactada (semana, quincena o mes), a recoger la parte acordada.

En ocasiones se encargaba de ello algún niño, que con tan solo 12 años intentaba cobrar la deuda. Llevaba el control en un libro de cuentas. Pero lo cierto es que no todas las mujeres pagaban según lo pactado. Había casos en los que se aprovechaban del chaval, y pícaramente escabullían el bulto hasta la siguiente ocasión.

Por este trabajo el niño cobraba “un duro” por semana. Para quien no lo conozca, eran 5 pesetas.

Una vez que la clienta pagaba el total de la deuda, la historia vuelve a empezar.

Para terminar, quiero decirte que si por cualquier causa no estás de acuerdo con este artículo, no pienso discutir contigo.

¡Para ti la perra gorda! …



Fuentes e Imágenes que no son propias:


Fuentes familiares (Manuel Martínez Olmos, el niño de 12 años que resulta ser mi padre).


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