Fuente del Rey
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Foto: Luis Fernando de la Vega Leiva |
A lo largo del tiempo, esta “Fuente
de la Mariblanca” ha tenido varios nombres: Fuente del Rey,
Fuente de la Plaza Principal, Fuente de Venus, Fuente de Diana, Fuente de la
Libertad, Fuente de las Cadenas.
Cuando Fernando VI ordena que el Real Sitio deje de ser exclusivo de la realeza, se pone en marcha un ambicioso proyecto. Hay que dotar a la población de las infraestructuras que cualquier otra necesita (calles, plazas, iglesias, jardines, lavaderos y fuentes de agua para beber).
El arquitecto Bonavía propuso aprovechar
el mismo "viaje de
aguas" para abastecer a diversas fuentes. La situada en el patio de las
Caballerizas del Rey y Ballestería, en Palacio (bajo la escalera principal), en
la Casa de Oficios y en el Cuarto de Caballeros.
La principal se situó en el centro de la llamada
Plaza del Rey (hoy de San Antonio), donde estaban las
tabernas, tiendas de alimentos y oficinas.
Se concibió como un
monumento al rey, pero además
de su labor decorativa también servía como fuente pública de agua para la población.
Originalmente tuvo cuatro pilones (uno en cada punto
cardinal), que surtían a través de sus ocho caños. El agua venía por una tubería de 12 Km desde los manantiales de Algivejo,
Menalgavia, Valhondo y Aldehuela de Ocaña. Era mucho más fina que la usada hasta entonces,
del río Tajo. Caso distinto eran las fuentes, que funcionaban con agua del
Mar de Ontígola.
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Antonio Joli |
El conjunto, rodeado y protegido por unas cadenas de hierro, evitaban la aproximación de las bestias.
Recordad que era para uso humano.
Para la realización, Bonavía no usó
piedra de Colmenar, debido a su poca
consistencia. Buscó información sobre las canteras de mármol
blanco que había en España, pero todas fueron desestimadas (por lejanía o
imperfección del producto). En ese momento, decidió reconocer un terreno a 10
leguas de Aranjuez, propiedad del Conde de Mora (El Castañar).
Para las estatuas,
que iban a adornar la fuente (tres leones y la figura del
rey), eligió un material más selecto, mármol de Carrara. Llegó desde Génova hasta
el puerto de Alicante.
El autor, Juan Domingo Oliveri se
trasladó hasta Aranjuez para acabar in situ estas esculturas. A la vez, hizo una consulta para saber cuál debía ser la exacta ubicación de la figura del
rey. La contestación fue que debía mirar “hacia el Camino Real y Jardines,
siguiendo la línea de la Plaza Principal”, esto es, hacia el Norte, mirando al Puente de Barcas (recibiendo de cara a los
visitantes). La estatua del rey se colocó el día 8 de abril. Los leones
tuvieron que esperar algunos días más.
Esta fuente, llamada “Fuente del Rey”, se inauguró el 30 de mayo de 1752, con la asistencia de Reyes y Corte.
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Sin embargo, poco duró la
escultura del rey. Al morir Fernando VI, el nuevo monarca, a
los dos meses de llegar de Nápoles ordenó bajarla
(1760). La excusa era llevarla al mausoleo que le dedicó en el
convento de las Salesas en Madrid. Lo cierto es que no agradaba a
Carlos III, pero tampoco a la reina Isabel de Farnesio (desterrada por su
hijastro Fernando VI en La Granja).
Fue sustituida por una “Venus” (de Juan Reyna), en piedra blanca traída de Portugal, con 9 pies de alto. En realidad, es la diosa Hera (figura mitológica, de tema poco comprometido). Se colocó en 1762 mirando hacia el Jardín de Isabel II.
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Durante la Guerra de la
Independencia, la Plaza sirvió de campamento a las tropas, por lo
que sufrió desperfectos.
Quizás por ello, Fernando VII ordenó su rehabilitación.
En dicha reforma, realizada
por Isidro González Velázquez (1831-1836) se acometieron
cambios importantes en la fuente, que entonces se denominaba de “Las
Cadenas”. Los trabajos se paralizaron por falta de fondos. Debido a la guerra
había una crisis económica,
y al rey le suponía aportar cada mes 6000 reales de su “bolsillo secreto”. Tuvo
que ser el arquitecto Isidro González Velázquez quien insistió que "era
preferible seguir la obra que dejarla arruinar". Convencido el rey, los
trabajos continuaron.
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Aumentaron los motivos ornamentales con ranas, salamandras, lagartos, caracolas, soles (que brillaban gracias a sus rayos, hoy desparecidos) y una serie de cupidos (amorcillos que cabalgan sobre tritones, con flechas de bronce en la mano con actitud de clavarla, que hoy no existen). Los elementos decorativos metálicos son de plomo y, además de adornar, sirven como soportes para los surtidores.
Mantuvo los tres leones originales y el obelisco se cambió por un cuerpo cilíndrico. Además, la imagen de la diosa se colocó enfrentada a la Iglesia de San Antonio.
Posteriormente, entre los años
1991 y 1993 se abordó un proyecto de recuperación de la Plaza
de San Antonio. Entre otras cosas, se rebajó el nivel
de la misma considerablemente y restauró la Fuente
de Hera.
Más adelante, fue necesaria
otra restauración. En 2016,
la fuente estaba deteriorada por el paso del tiempo y necesitaba mantenimiento.
Se invirtieron 323.000 euros en reformar el sistema de bombeo de agua, sellar
grietas, reparar fracturas y limpiar la capa de color pardo, producto de los
compuestos de plomo.
Finalizado el trabajo, la
imagen de la diosa conocida como “La
Mariblanca” (no por la similitud con la de Madrid, que no es tal, sino más bien
por su color) fue colocada mirando al
este, según su primitiva posición.
De aquella
primera fuente original coronada
por Fernando VI (1752), tan solo quedan los
leones, labrados en mármol de Carrara por Oliveri. Y de los 4 pilones (de época posterior) hoy solo queda uno. Dos están desaparecidos y
un tercero permanece en el jardín de una vivienda particular…
Julio Gómez y Javier Atienza: “Arquitectura y Desarrollo Urbano Comunidad de Madrid, Tomo IX”
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