San Pascual (campo de concentración y cárcel)

 

Cuando los sublevados franquistas toman Toledo en 1936, Aranjuez pasa a ser una de las líneas del frente que defiende Madrid.

En esos momentos, el convento de San Pascual se convierte en cuartel del ejército popular y parte de las Brigadas Internacionales.

Entonces, el edificio se encontraba en un descampado, por lo que era usado también como campo de entrenamiento.

Al término de la Guerra Civil, los golpistas trasladaron a muchos sindicalistas, altos militares y dirigentes políticos de la población a campos de concentración cercanos, como el de Ocaña o Colmenar de Oreja. Se hace necesario un espacio más amplio, y en ese momento el convento de San Pascual se convierte en una prisión donde hacinar a las personas afines a la República. "El espacio se sobreexplota y se convierte en un foco de enfermedades, hambre, malos tratos y torturas".


  

Fue uno de los 298 campos estables donde el franquismo encerró entre 700.000 y un millón de españoles. La mayor parte de ellos resultan desconocidos para los propios vecinos de las localidades, donde fueron instalados. Son pocos los que cuentan con una placa o monumento que recuerde lo que allí ocurrió.

El de Aranjuez funcionó desde el 31 de marzo de 1939 hasta febrero de 1940 (desde mediados de julio del 39 fue rebautizado como “prisión provisional”). Sin embargo, el cambio de nombre fue una farsa, ya que todo siguió exactamente igual.


1942
   

Allí las autoridades franquistas ejercían una cruel represión contra la población. Además, los prisioneros fueron empleados como mano de obra esclava en diversas construcciones e industrias.

En Aranjuez, algunos de ellos fueron utilizados para levantar la Academia de Infantería de Toledo o trabajar en Indra.

La situación provocó que los presos organizasen un plan de fuga. Debían provocar un incendio que distrajese a los vigilantes. El asunto no se llevó a efecto, pues todo cambió al suicidarse uno de los internos. No aguantaba más la presión y se tiró por una ventana que daba al segundo patio.

Uno de los personajes que pasó por San Pascual fue el dirigente socialista Ramón Rubial. Aquí estuvo desde principios de 1942 hasta diciembre de 1944. Trabajó en Experiencias Industriales y, curiosamente, hizo oficial su matrimonio con Emilia Cachorro en 1944, desde sus rejas.

Otro preso conocido que pasó por el convento ribereño, fue Jaime Menéndez, conocido como “El Chato”. Fue de los últimos que se quedaron en la defensa de Madrid. Le capturaron en Alicante, cuando huía hacia el exilio. Después de pasar por varias prisiones, terminó siendo trasladado al penal de Aranjuez en 1940.  Este periodista, al igual que Rubial, fue uno de los tantos prisioneros que trabajó forzosamente en Indra.

Es el primer español que formó parte de la redacción del “The New York Times”, director del diario “El Sol” y presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid.


1942

       


Juan López fue otro conocido preso del convento. Era un pintor que emigró desde Utrera a Madrid con su familia, y allí les cogió la maldita guerra.

Luchó a favor de la República y fue apresado por las autoridades franquistas, que lo llevaron a la cárcel de Ocaña y luego a la de Aranjuez.

Una vez en el convento, una de las monjas de clausura le encarga una representación de la “Última Cena de Jesús”. Según parece, Juan López utilizó a algunos presos como modelos de sus doce apóstoles.

Desde 1941 a 1954, San Pascual fue reconvertido en prisión especial de mujeres, y formó parte de los siete centros que el régimen franquista concibió como reformatorios, bajo el nombre de Obra de Redención de Mujeres Caídas”, una forma sutil de llamarlas prostitutas. Allí se intentaba regenerar a las detenidas con buenas dosis de “Ora et labora”.

La dirección del centro separaba estrictamente a las presas políticas comunes de las “mujeres caídas”, para que no tuviesen contacto entre ellas. Las torturas aplicadas a las presas comunistas era algo sistemático en las cárceles franquistas.

Muchas de ellas ingresaban con sus hijos, los cuales no podían pasar más de dos años allí. En los primeros años, llegaron a estar recluidas 600 mujeres y unos 20 niños que tan solo disponían de 4 retretes para sus necesidades.


En 1946, se publicaron estadísticas del número de reclusas en las diferentes zonas penitenciarias. En aquellos documentos, figura un total de 8884 mujeres en la Primera Zona Penitenciaria (donde pertenece Aranjuez).

Mientras que en la cárcel de Ventas había 988 y en Alcalá de Henares 782, Toledo 362, Cuenca 142, Guadalajara 195, Ciudad Real 592, Segovia 189, en Aranjuez hubo 1017.

Las cárceles y penales franquistas no podían albergar a todas las mujeres condenadas, no reunían las mínimas condiciones de habitabilidad. Estaban aglomeradas. Un problema muy serio era atender a las que estaban embarazadas. Ante ese colapso, el coste de manutención y la conflictividad motivaron los primeros indultos y excarcelaciones de las presas (desde junio de 1940), con penas inferiores a seis años y un día de cárcel.

La prisión especial de Aranjuez fue cerrada en 1954. En ese momento había 300 internas...



Fuentes e Imágenes que no son propias:

https://www.publico.es/politica/terror-represion-franquista-aranjuez-convento-reconvertido-campo-prisioneros.html
“Los campos de concentración de Franco, sometimiento, torturas y muerte tras las alambradas” (Carlos Hernández de Miguel)
“Lucha tras las rejas franquistas. La prisión central de mujeres de Segovia” (Santiago Vega Sombría y Juan Carlos García Funes de la Universidad Complutense de Madrid).
“Represión franquista contra las mujeres. La Causa General de Madrid” (Paloma Seoane Amigo-Universidad Complutense de Madrid).

Comentarios

  1. Muy interesante. No sabía que San Pascual había tenido esos usos en el pasado. Si creo que fue usada como hospital en la epidemia de Colera de 1885. Enhorabuena, gran trabajo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario